FRAGMENTOS DE OBRAS LITERARIAS DE NUESTRAS ESCRITORAS.


JOSEFA DE AMAR Y BORBÓN 


En una parte del mundo son esclavas, en la otra dependientes. Tratemos de las primeras. ¿Qué progresos podrán hacer estando rodeadas de tiranos, en lugar de compañeros? En tal estado les conviene una total ignorancia, para hacer menos pesadas sus cadenas. Si pudieran desear alguna cosa, o hacer algún esfuerzo, debería ser para que se instruyesen, y civilizasen aquellos hombres, esperando que el uso de la razón rompería los grillos, que mantiene ahora la ignorancia. ¿Mas cómo compondremos el desprecio que hacen de las mugeres, éstos, que las tienen como esclavas, con la solicitud que ponen en adquirir el mayor número que pueden mantener, y con el cuidado que les cuesta el agradarlas? …

Discurso en defensa del talento de las mugeres, y de su aptitud para el gobierno, y otros cargos en que se emplean los hombres1



Distinta vista ofrece la situación de este, en otra gran parte del mundo. Las mugeres, lexos de tener el nombre de esclavas, son enteramente libres, y gozan de unos privilegios que se acercan al estremo de veneración. Así la Religión como las leyes, prohiben al hombre la multiplicidad de mugeres. Por este medio se fixa toda la posible conformidad entre ambos sexos; y esta contribuye a que se miren mutuamente con aprecio y estimación. Aun han hecho mas los hombres en favor nuestro, porque casi se han quedado solo con el nombre de la autoridad que les dan los empleos, y las riquezas, tributando todos los hombres a las mugeres. ¡Qué generosidad… !

Discurso en defensa del talento de las mugeres, y de su aptitud para el gobierno, y otros cargos en que se emplean los hombres2



FAUSTINA SAÉZ DE MELGAR


El siguiente fragmento pertenece la dedicatoria que le hace Faustina a la duquesa de Medinaceli en su obra Ángela o el ramillete de jazmines (primer tomo). Esta obra fue publicada en 1865. El fragmento dice que en un palacio vive una mujer hermosa (la duquesa) y habla muy bien de ella (dice que es noble, generosa, protectora de una mujer que vive en la miseria...). Hay presencia de temas como la muerte.
Este texto está formado por un conjunto de versos de arte menor (octosílabos) y tiene un lenguaje cuidado, sin ser excesivamente culto. En cuanto a los recursos literarios destacan la anáfora, hipérbatos  y epítetos (como dama noble y generosa).

"Hay en Madrid un palacio.
donde se alojan las musas,
donde el arte ufano brilla
porque incienso le tributan.
En él impera una dama
de soberana hermosura
que reina por sus encantos.
Y por las gracias que aduna.
Ella, noble y generosa,
de ingenio y virtudes sumas
proteger quiere a Talía
que muere en triste penuria.”


Ángela o el ramillete de jazmines3

El fragmento siguiente pertenece a la obra Ecos de gloria (1863). Habla de un paisaje por la noche (de la luna, de la niebla, del mar, de los valles…) de Asturias, en el que se observa el mar, la luna, una montaña con los valles verdes… Está escrito en versos de arte menor (octosílabos).  Es una descripción, por lo que hay un gran uso de sustantivos y de adjetivos explicativos. Utiliza  recursos literarios como las personificaciones (“risueños y hermosos valles” o “noche serena”), metáforas (“verde alfombra” refiriéndose a la hierba), anáfora (“su”), algún epíteto (“verde alfombra”), el hipérbaton... 

“Está la noche serena;
su pálida luz dudosa
en el confín asturiano
extiéndese melancólica.
Blanca la luna cernía
su bella faz en la bóveda
del azulado elemento
entre fugitivas sombras,
que fórmanse solitarias
en las escarpadas lomas,
donde tímida refleja
su pura luz amorosa,
risueños y hermosos valles
cubiertos de verde alfombra
distínguense, y a lo lejos
del mar las peladas rocas.”

Ecos de gloria4

CONCEPCION GIMENO DE FLAQUER 


En mi clase de labores, había una niña muy simpática y dulce, pero bastante perezosa: nunca concluía la tarea, por lo cual sufría castigos que no podía soportar su quebrantada salud; así que yo dejaba mi labor y le bordaba su pañuelo
¿Qué importa si el rigor feroz que desencadenaba sobre mi Sor Esperanza, si yo sufría por un ser, por carecer de la sabia del cariño que hubiera hecho heroicidades por conseguir una caricia”
El Doctor Alemán5




”Todos creen conocer la misión de la mujer, todos quieren determinarla y circunscribirla, cual si les fuera dable poderlo hacer. Los que quieren marcar a la mujer su misión, son egoístas que se complacen en encerrarla en el estrecho círculo de los deberes exclusivos.




Para la mujer no se encierran los deberes en un número prefijado; por el contrario, estos tienen siempre una gran amplitud, según las situaciones distintas, según la atmósfera moral que se respira, las circunstancias que rodean a la criatura y las condiciones que la compañan”

Todos los hombres que ponen diques y barreras al desarrollo del entendimiento de la mujer, bajo el pretexto de una misión especial son egoístas disfrazados”

                                                                                                                                 La Mujer Española6



JULIA DE ASENSI: "La Nochebuena" (Novelas cortas)7


Eran las ocho de la noche del 24 de Diciembre de 1867. Las calles de Madrid llenas de gente alegre y bulliciosa, con sus tiendas iluminadas, asombro de los lugareños, presentaban un aspecto bello y animado.

En una de las principales calles, dos pobres seres tristes, desgraciados, dos niños de diferentes sexos, pálidos y andrajosos, vendían cajas de cerillas a la entrada de un café.
Víctor y Josefina eran hijos de dos infelices lavanderas, ambas viudas, que habitaban una misma boardilla. Víctor vendía arena por la mañana y fósforos por la noche. Josefina, durante el día ayudaba a su madre. Las dos lavanderas eran hermanas.
Nunca había estado Josefina más triste que el día de Noche-Buena. Llegada la noche, la tristeza de Josefina había aumentado y la pobre criatura no había cesado de llorar.
-Estás enferma -dijo el niño-, y como no vendemos nada, creo que será lo mejor que nos vayamos a descansar con nuestras madres.
Josefina cogió su cestita, Víctor hizo lo mismo con su caja, y tomando de la mano a su prima, empezaron a andar lentamente.
Al pasar por delante de una casa, oyeron en un cuarto bajo ruido de panderetas y tambores, unido a algunas coplas cantadas por voces infantiles. Víctor se subió a la reja y ayudó a hacer lo mismo a Josefina.
Vieron una gran sala: en uno de sus lados, muy cerca de la reja, un inmenso nacimiento con montes, fuentes naturales, figuras de barro representando la sagrada familia; todo alumbrado por millares de luces artísticamente colocadas. En el centro del salón había un hermoso árbol, el árbol de Navidad, costumbre apenas introducida entonces en España, cubierto de brillantes hojas. Unos cincuenta niños bailaban y cantaban; iban bien vestidos, estaban alegres, eran felices.
-¡Quién tuviera eso! -murmuró Josefina sin poder contenerse más.
-¿Es semejante deseo el que te ha atormentado durante el día? -preguntó Víctor.
-Sí -contestó la niña-; todos tienen nacimiento, todos menos nosotros.
-Escucha, Josefina: este año no puedo proporcionarte un nacimiento, pero te prometo que el año que viene, en igual noche, tendrás uno que dará envidia. (…)
Se alejaron de aquella casa y continuaron más contentos su camino.
Desde el año siguiente Víctor fue a trabajar a casa de un carpintero, donde estaba ocupado la mayor parte del día. Josefina iba siempre al río con su madre y crecía cada vez más débil y más pálida (…)



Apenas Josefina se acostaba, Víctor sacaba de un baúl viejo una gran caja y hacía, con lo que guardaba en ella, figuritas de madera o de barro, que luego pintaba con bastante acierto. Al cabo de algunos meses, se dedicó a hacer casas, luego montañas de cartón; por último, una fuente. Víctor había nacido artista; pintó un cielo claro y transparente, iluminado por la blanca luna y multitud de estrellas.
Todo marchaba conforme su deseo, cuando al llegar el mes de Noviembre cayó Josefina gravemente enferma. El médico que por caridad la asistía, declaró que el mal sería muy largo y el resultado funesto para la pobre niña (…)
Llegó el 24 de Diciembre de 1868.
Víctor formó una mesa con el tablado que le servía de cama, colocó sobre las tablas los arcos de ramaje, la fuente, las graciosas figuritas; poniendo por dosel el firmamento que él había pintado y detrás una infinidad de luces que le daban un aspecto fantástico. Todo estaba ya en su lugar.
-¿Qué día es hoy? -preguntó Josefina.
-El 24 de Diciembre -contestó su madre, que se hallaba junto a la cama.
Víctor se acercó a su prima muy despacio, descorrió la cortina y miró a Josefina para ver el efecto que en ella causaba su obra. La niña juntó sus manos, lo vio todo, contemplándolo con profunda admiración, y rompió a llorar de alegría y de agradecimiento...
El médico entró en aquel instante.
-¡Qué hermoso nacimiento! -exclamó.
-Lo ha hecho mi hijo -contestó la lavandera.
-Muchacho -dijo el doctor-, si me lo vendes te daré por él lo que quieras. Tengo una hija que será feliz si se lo llevo.
-No lo vendo, señor -replicó Víctor-, es de Josefina. (…)
El médico pulsó a la enferma y la encontró mucho peor.
-Volveré mañana... si es preciso -dijo al salir.
Poco a poco la niña se fue durmiendo, las luces del nacimiento se apagaron y Víctor advirtió que la mano de su prima estaba helada. Pasó el resto de la noche al lado de ella, intentando, aunque en balde, calentar aquella mano tan fría.
A la mañana siguiente fue el médico, y apenas se acercó a la cama vio que la pobre Josefina estaba muerta.
Llegado el día 26, el doctor se sorprendió al ver entrar al niño en su casa.
-Señor -le dijo-, el 24 de este mes no quise vender a V. el nacimiento que había hecho para Josefina, y hoy vengo a suplicarle que me lo compre para pagar el entierro de mi prima. He querido saber siempre dónde está su cuerpo.
-Nada más justo, hijo mío -contestó el doctor, conmovido al ver la pena de Víctor-; yo te daré cuanto desees.
Y pagó el nacimiento triple de lo que valía.
Algunos años después el doctor se paseaba el día de difuntos por el cementerio general. Se disponía a seguir su camino, cuando un joven le llamó, obligándole a detenerse.
-¿Qué se le ofrece a V.? -preguntó el médico.
-¿No se acuerda V. ya de mí? -dijo el que le había parado-; soy Víctor, el que le vendió aquel nacimiento para su hija.
-¡Ah, sí! -exclamó el doctor- ¿Y qué te haces ahora?
-Para llorar menos a Josefina he querido familiarizarme con la muerte, y soy enterrador. Aquí velo su tumba, cuya cruz he hecho. Doctor, no se ría V. de mí, si le digo que veo a Josefina, porque es cierto. Entre tanto, van pasando los meses y los años, y estoy tranquilo considerando lo fácil que es morir y lo necio que es el que se quita la vida, que por larga que parezca es siempre corta. ¿Se acuerda V. de ella?
-Sí, hijo mío -contestó el médico.
-Tal vez dirá que he perdido el juicio -murmuró Víctor cuando se vio solo-; si es así, en esta falta de razón está mi ventura.
Y mientras esto pensaba, el doctor se alejaba diciendo:
-¡Pobre loco!



“La nochebuena” es un relato para adultos escrito en 1889. La historia trata sobre la infancia, los deseos y la muerte, con marcadas características del Romanticismo, ya que otorga mucha importancia a los sentimientos y hace alusión a la muerte y a la nostalgia. Los personajes principales son los dos primos, Víctor y Josefina, y los personajes secundarios son las madres de ellos y el médico que atiende a la niña. 
El narrador es omnisciente y en tercera persona, ya que conoce todo. El tiempo interno es un año completo, el tiempo transcurrido entre dos Nochebuenas, y el externo es a finales del siglo XIX (1867, 1868).
Es un texto narrativo con numerosos adjetivos en las partes dedicadas a la descripción de las calles y la vivienda (llenas, bulliciosa, animado, pobre…). El lenguaje sigue un registro coloquial, con algunas palabras arcaicas propias de la época, y llama la atención el hecho de que se especifique la llegada a nuestro país del árbol de navidad. Describe muy bien la manera de vivir de ese período de siglo, así como las evidentes diferencias entre ricos y pobres por medio de antítesis.
Es un relato entretenido que permite observar cómo era la sociedad de aquella época, aunque quizás el final no sea muy atrayente en la actualidad por resultar excesivamente trágico y algo retorcido. 

1 ANTOLOGÍA DEL ENSAYO: http://www.ensayistas.org/antologia/XVIII/amar-bor/ (15-4-2017)
2 ANTOLOGÍA DEL ENSAYO: http://www.ensayistas.org/antologia/XVIII/amar-bor/ (15-4-2017)
3 SÁEZ DE MELGAR, F., Ángela o el ramillete de jazmines, Madrid, Establecimiento tipográfico de R. Vicente, 1865, página 5
6 BIBLIOTECA VIRTUAL UNIVERSAL: http://www.biblioteca.org.ar/libros/89584.pdf (21-4-2017)





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