2. Faustina Sáez de Melgar (1834-1895) y Lilly Martín Spencer (1822- 1902)



FAUSTINA SÁEZ DE MELGAR (1834-1895)

Faustina Sáez de Melgar nació en Villamanrique de Tajo (Madrid) en 1834, y falleció en Madrid a mediados de marzo de 1895. Por la importancia de algunas de sus obras, la influencia (en su época) de sus trabajos periodísticos, y el compromiso que consiguió con los principales problemas sociales de su tiempo, está considerada como una de las grandes figuras femeninas de la cultura española decimonónica.
Su innata vocación humanística (que quedó bien manifiesta cuando, con apenas nueve años de edad, comenzó a escribir sus primeros textos literarios) hubo de vencer, en primer lugar, el duro escollo de la oposición paterna, que veía en esta afición de su hija un rasgo impropio de la conducta femenina.”1 Sin embargo, la tenacidad de la joven Faustina (aliada con su inteligencia que disfrutó durante toda su vida) logró superar estos primeros obstáculos; y, en 1851, cuando sólo tenía diecisiete años, la joven escritora pudo ver impreso su primer poema (“La paloma torcaz”), que salió entre las páginas de la conocida publicación El Correo de la Moda.
Un año después, ya se había convertido en colaboradora de diferentes revistas como Álbum de Señoritas y Ellas, aunque es cierto que el seguir viviendo en un pequeño pueblo la impedía darse a conocer en los principales círculos culturales del país. Este problema se solucionó cuando, tras casarse con Valentín Melgar, se mudó a Madrid, donde empezó a llevar a cabo una destacada carrera literaria que, en parte, la desarrolló para olvidarse del fallecimiento de su primer hijo, muerto en 1858.
A partir de 1859, Faustina empezó a escribir y publicar de forma casi seguida, sin dar tregua a las imprentas de Madrid. Al año siguiente publicó dos obras narrativas, una de las cuales, titulada La pastora del Guadiela, le reportó un éxito desconcertante. A partir de entonces, dedicada casi únicamente a la creación literaria, Faustina fue publicando una novela al año casi veinte años seguidos. Además, escribió varias piezas dramáticas, y colaboró con poemas y artículos en prosa en diferentes medios de comunicación. Esta constante presencia en la prensa le permitió ser nombrada directora de La Violeta (de Madrid) y de Paris Charmant Artistique.
Lo cierto es que su nombre era tan conocido ya en 1865, que por aquel entonces el doctor venezolano Ricardo Ovidio Limando adquirió todos los derechos de traducción y edición en el extranjero de las obras de Faustina Sáez
Al ser una mujer importante de su época en el mundo cultural, Faustina tomó parte en algunas de las luchas sociales más importantes del siglo XIX. Además, su condición de mujer dedicada a la vida social y cultural se reforzó por otros cargos y honores de gran prestigio, como la Presidencia del Ateneo Artístico y Literario de Señoras (1869) y la Vice-Presidencia de honor de la sección femenina de la Exposición Universal de Chicago (1893).
Las obras de Faustina tienen un lenguaje cuidado, y no excesivamente culto. En sus obras en verso, tiene preferencia por el verso octosílabo, de carácter más popular. Cultivó varios géneros literarios como la poesía en la obra La lira del Tajo, (1859) y el teatro (Contra indiferencia, celos Madrid, 1875; La cadena rota , de 1879, drama abolicionista en verso), pero el más cultivado fue la novela. En este género destacan obras como: La pastora de Guadiela (1860), La marquesa de Pinares (1861), Los miserables de España o Secretos de la Corte (1862-63, 2 vols.), Matilde o El ángel de Val de Real ( 1862), La higuera de Villaverde. (1860), Ecos de la gloria. Leyendas históricas (1863), Ángela o El ramillete de jazmines (1865-1866, 3 volúmenes), Adriana o La quinta de Peralta (1866), La loca del encinar (1867), Amar después de la muerte (1867), La cruz del olivar (1868), María la cuarterona o La esclavitud en las Antillas (1868), Rosa, la cigarrera de Madrid (1872 y 1878, 2 vols.),El hogar sin fuego (1876), La abuelita (1877) Inés o La hija de la caridad (1878, 2 vols.), Sendas opuestas (1878), El collar de esmeraldas (1879), El deber cumplido (1879), lanovela costumbrista Aurora y felicidad (1881) y novelas históricas como Fulvia o Los primeros cristianos (1889), El trovador del Turia (1890), Alfonso el Católico... Algunas como El hogar sin fuego tuvieron gran éxito y fueron traducidas al italiano (en versión que también tuvo gran éxito).
Es muy importante su labor periodística y sus ensayos como Deberes de la mujer (1866), Un libro para mis hijas. Educación cristiana y social de la mujer (1877), Epistolario manual para señoritas (1877).. Además, desarrolló una importante labor como publicista en revistas como La Violeta, La Mujer, La Canastilla Infantil, Paris charmant artistique...Y como traductora: Los dramas de la bolsa (1884), de Pierre Zaccone; Los vecinos (1883), de la sueca Fedrika Bremer; La sociedad y sus costumbres (1883), de Madame de Waddeville; Flores y perlas (1889), donde tradujo varias composiciones poéticas de Carmen Sylva.

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LILLI MARTIN SPENCER (1822-1902)

Lily Martin Spencer nació en 1822 en Inglaterra y falleció en 1902 en Nueva York.
Sus padres eran franceses, de ideas muy avanzadas para la época, lo que posiblemente le influyó en que apoyaran a Lily en sus actividades artísticas,  puesto que ellos, como buenos seguidores de las ideas de Charles Fourier[1], creían en la igualdad entre los sexos. Cuando ella contaba tan solo ocho años, sus padres se trasladaron a Nueva York, pero a los tres años se volvieron a trasladar a Ohio.
A los 22 años se casó con un sastre, quien, sorprendentemente para la época, no solo no le exigió que abandonara la pintura, sino que fue él quien dejó la sastrería y se dedicó a las labores del hogar para que su mujer pudiese pintar.
Lily tuvo trece hijos y, pese a que en ciertas ocasiones se vieran apretados económicamente, siempre consiguieron salir delante, viviendo exclusivamente de la pintura.
Lilly Martin Spencer se autorretrató  y sus obras se caracterizan por el uso de temáticas con figuras femeninas. También pintaba niños, y le gustaba representar escenas en las que se apreciase  la felicidad de los personajes. La técnica que más trabaja es óleo sobre lienzo.
Su marido falleció antes que ella y viuda siguió dedicándose a lo que el gustaba: el arte.
Murió el 22 de mayo de 1902 en Nueva York. Fue una mujer luchadora y un ejemplo, puesto que en una sociedad dominada por los hombres, pudo dedicarse a lo que quiso y, lo más importante, ser feliz. 
En sus cuadros aparece,  como hemos dicho, representada la idea de la felicidad hogareña, siendo posiblemente su máximo exponente el lienzo de 1849 titulado La felicidad doméstica, en el que una sonriente pareja de padres contempla embelesada a sus hijos, que duermen plácidamente, ajenos a la vigilancia de sus progenitores
Resulta también habitual en su pintura la representación de mujeres en la cocina mujer lavándose las manos antes de preparar la comida. Se encuentra en la cocina realizando tareas del hogar, como en Shake hands, donde predominan los  colores ocres y rojizos.
También pintó bodegones, en los que apreciamos el perfecto dominio de la técnica que poseía esta mujer, que la convierten, por derecho propio en una de las artistas norteamericanas más populares de mediados del siglo XIX. 

Una de sus más divertidas obras es la titulada La artista y su familia en el picnic del 4 de julio, que pintó alrededor de 1864. En este lienzo en el que encontramos referencias a la pintura de género barroca flamenca. Como ella está plagada de divertidos guiños a la felicidad y diversión, como la mujer del primer término a la derecha que mira malhumorada al sirviente negro que ha derramado la bebida sobre su traje, por estar distraído mientras contempla divertido la caída del columpio del esposo de la pintora, que se autorretrata casi de espaldas acercándose a socorrer a su marido.
Lilly Martin Spencer “fue un raro ejemplar, alguien que sin duda sólo podía existir en la sociedad en proceso de construcción del Nuevo Mundo[2]”.

Las dos mujeres tienen en común que sus maridos fueron sensibles a un trabajo igualitario de la mujer. El marido de Faustina Sáez la ayudó a desarrollar su carrera literaria, a la que se oponía su padre. Esta experiencia la impulsó a luchar por los derechos de la mujer en muchos de sus ensayos y artículos. En el de Lilli Martin, su esposo fue consciente de su genialidad y fue capaz de sacrificar su trabajo para ayudarla a ella en su carrera como pintora.



[1] François Marie Charles Fourier es uno de los más conocidos socialistas utópicos de comienzos del siglo XIX.
[2] CASO, Ángeles: Ellas mismas. Autorretratos de pintorasOviedo, Editorial Libros de la letra azul, 2016, pág. 134.



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